La purificación del agua es la eliminación de contaminantes del agua cruda para producir agua potable que es lo suficientemente pura para el consumo humano o para uso industrial.
Las sustancias que se eliminan durante el proceso incluyen parásitos (como Giardia o Cryptosporidium), bacterias, algas, virus, hongos, minerales (incluyendo metales tóxicos como plomo, cobre, etc.) y contaminantes químicos artificiales.
Muchos contaminantes pueden ser peligrosos, pero dependiendo de los estándares de calidad, otros se eliminan para mejorar el olor, el sabor y la apariencia del agua.
Una pequeña cantidad de desinfectante suele dejarse intencionalmente en el agua al final del proceso de tratamiento para reducir el riesgo de re-contaminación en el sistema de distribución.
Muchas consideraciones ambientales y de costos afectan la ubicación y el diseño de las plantas de purificación de agua.
Las aguas subterráneas son más baratas de tratar, pero los acuíferos suelen tener una producción limitada y pueden tardar miles de años en recargarse.
Las fuentes de agua de superficie deben ser cuidadosamente monitoreadas para la presencia de tipos o niveles inusuales de microbios / enfermedades que causan contaminantes.
La propia planta purificadora de agua (planta de tratamiento) debe mantenerse a salvo del vandalismo y del terrorismo.
No es posible saber si el agua es segura para beber sólo con mirarla.
Procedimientos simples como la ebullición o el uso de un filtro de carbón doméstico no son suficientes para tratar el agua de una fuente desconocida.
Incluso agua de manantial natural – considerada segura para todos los fines prácticos en el siglo XIX – ahora debe ser probado antes de determinar qué tipo de tratamiento es necesario.